30 años de Tambor Veleño, propuestas de Omar Orozco

El cuerpo es reflejo de la relación del individuo con el entorno. Reducir el hecho danzario a pasos y coreografías es desconocer el momento social, histórico y cultural que vive cada individuo al bailar.

“…Por estar en el centro de la acción individual y colectiva, en el centro del simbolismo social, el cuerpo es un elemento de gran alcance para un análisis que pretenda una mejor aprehensión del presente.”

(André Le Breton, 2002)

La forma en que nos aproximamos al Otro, caminamos, cantamos, comemos o hablamos está determinada por el entorno. La danza no escapa de ello, los movimientos, la expresividad utilizada para celebrar, agradecer, proyectar o simplemente dejar fluir el cuerpo al ritmo de la música se impregnan de lo vivido socialmente.  “Lo que puedo entender del texto  El cuerpo de la obra, de Víctor Fuenmayor… es que poseemos un “cuerpo cultural” unas “técnicas del cuerpo” o maneras de servirse del cuerpo, donde está presente una cultura,  un ritmo, y una gestualidad dada por la relación del individuo con el entorno cotidiano.”, (Orozco, 2010)

Creer que la cultura es estática es concebirla muerta, en el recuerdo. Cada individuo, desde su experiencia de vida, aporta (transforma) la manifestación. Lo que se escucha, lo que se observa, los gustos, en resistencia constante con los conocimientos ancestrales; tienen gran importancia en la composición del quehacer cultural, todas nuestras acciones implican la intervención de la corporeidad. 

Sin duda alguna, lo medios de difusión masiva influyen directamente en la cultura de raíz tradicional. Si se reconoce que las culturas en Venezuela son vivas, que forman parte del presente, es difícil negar que los géneros musicales y danzarios propios de la industria cultural, intervienen en las expresiones tradicionales. Cada individuo internaliza y se apropia de esos estímulos que recibe (frases, gestos, movimientos, formas de vestirse) y los pone a interactuar en su contexto cultural. Ahora veámoslo desde la proyección. 

El video 30 años de tambor veleño presenta un recorrido histórico de cómo Omar Orozco proyectó a nivel danzario, con las agrupaciones Vasallos del Sol y Danzas Itanera,  la expresión tradicional que se realiza durante el mes de diciembre en el estado Falcón. Con cuatro generaciones de bailadores Orozco llevó a escena lo recogido en sus investigaciones de campo.

Al revisar los videos de las diferentes coreografías de Omar Orozco, es notorio que el auge del merengue y la popularidad de agrupaciones como Las chicas del can, influenciaron el movimiento corporal y estético de la propuesta de finales de 1980 y 1990.  Más adelante, en el año 2000, el cuerpo femenino se proyectó de forma diferente, la aparición de cantantes con recurrentes movimientos de cadera, y la popularidad de las academias de salsa y danza árabe, ratifican cómo el cuerpo y su proyección nuevamente  asumen características  asociadas a un momento histórico determinado por la industria cultural.

En el 2008 los movimientos ya no son tan asentados y la corporeidad toma otra intención, la propuesta coreográfica representa la transición de la década, originando un nuevo montaje con una estética no muy diferente, en el 2011 se incorpora el tambor de Cumarebo al repertorio. Durante el 2012 la agrupación se renueva, era más joven y la corporeidad vuelve a la tierra, el peso del cuerpo es diferente, propio de los géneros urbanos del momento. Con la reciente aproximación a la expresión en su lugar de origen Orozco crea una nueva propuesta.

Al proyectar en escena una expresión tradicional influye la cultura corporal que tiene cada bailarín, pero es importante aclarar que desde la proyección se ha trabajado en unión con la comunidad, por lo tanto, existe una relación dialógica que impacta en ambas direcciones, y es poco probable que los sujetos culturales perciban cómo su día a día, tradiciones o creaciones se han influenciado.

30 años de tambor Veleño busca reconocer el trabajo coreográfico de Omar Orozco, y en esa búsqueda se analizaron algunos elementos que han determinado la variación corporal. La cultura no es estática, y si nos adentramos en las manifestaciones danzarias tradicionales, observamos que nadie baila de la misma manera, porque definitivamente cada experiencia de vida es diferenciadora.

Referencias bibliográficas:

Le Breton. (2002). . Disponible: https://www.redalyc.org/pdf/557/55703713.pdf .Orozco, O. (2010). Contrapunteo entre lenguajes del cuerpo. Revista Así Somos. (4)  19-25. 

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