El colapso del chavismo entierra el milagro musical de Venezuela

Muchos músicos del Sistema de Orquestas, fundado por el maestro Abreu, tocan hoy en las mejores formaciones internacionales, otros han tenido que exiliarse por la «involución» de una iniciativa que maravilló al mundo


Vía: www.abc.es | Por Susana Gaviña y F.J Calero

Al fondo del corredor de la céntrica estación de Bilbao, en Madrid, un joven desgarbado acaricia con el arco las cuerdas de su «chelo» y regala sonatas de Bach a cambio de la voluntad de los apresurados viandantes. Se llama Pedro Antonio Santiago. Nacido en Caracas hace 36 años, en su currículum musical brillan las dos décadas que formó parte, primero como alumno y más tarde como profesor, del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.

El «Sistema», como se le conoce, fue un proyecto social inclusivo creado por José Antonio Abreu en 1975. Ofrecía instrumentos gratis a los niños, para evitar que cogieran un arma en las calles, y les enseñaba a tocarlo. Aquella iniciativa maravilló al mundo a principios de este milenio, y se convirtió en el milagro musical de Venezuela.

Quince años después, Pedro, hijo de una canaria que emigró a Venezuela en los años 60, ha aterrizado en España como lo hizo su madre al otro lado del Atlántico: «Con una mano delante y otra detrás». Un amigo le compró los billetes de avión, algo de ropa y un teléfono móvil. Su chelo lo está pagando a plazos. «Me estaba muriendo allá, como yo muchos más, no había alimentos ni medicinas. Trabajé toda mi vida en una orquesta, pero la situación económica llegó hasta tal punto que mi salario como profesor del “Sistema” no me alcanzaba apenas para un café», explica a ABC durante un descanso.

Pedro Antonio Santiago ingresó en el «Sistema» en 1996, «a pesar de que mi madre no quería», recuerda. Una decisión de la que nunca se ha arrepentido. «Si no hubiera cogido un instrumento de niño, habría estado en malos pasos, se lo garantizo. No se trata del instrumento, lo que aprendí en la institución, cuando era buena, fueron valores, disciplina, ética».

El maestro Abreu -músico, compositor y economista- puso en pie el «Sistema» con poco más de una docena de chicos en un garaje. Su tesón logró consolidarlo y en 1995 lo presentó internacionalmente en Nueva York, a través de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Simón Bolívar, creada en 1978. Enseguida atrajo la atención de grandes directores de orquesta y músicos de prestigio internacional, como Claudio Abbado, Zubin Mehta, Giuseppe Sinopoli, Daniel Barenboim, Sir Simon Rattle, Plácido Domingo, Mstislav Rostropovich o Luciano Pavarotti. Muchos viajaron a Caracas para conocerlo in situ. «Gracias a un acuerdo con la Filarmónica de Berlín, algunos músicos fueron a dar clases a Venezuela», recuerda.

Del estrellato a la precariedad

Las invitaciones para dar conciertos y los premios -recibió el Príncípe de Asturias de las Artes en 2008- se sucedieron, y el modelo fue exportado a multitud de países, como Estados Unidos.

En este caso viajó de la mano del «producto» más exitoso del «Sistema», el director de orquesta Gustavo Dudamel, titular de la Filarmónica de Los Ángeles desde hace una década y de la Simón Bolívar, además de invitado en las formaciones más prestigiosas del mundo.

El Gobierno de Chávez se convirtió en un aliado de esta iniciativa, que depende de Presidencia, apoyándola económicamente -el objetivo del comandante era llegar a integrar a un millón de niños de todo el país-. Y su mayor logro fue no utilizarla como un instrumento político. El «Sistema» se convirtió en el mejor embajador de Venezuela -muchos de sus músicos ficharon por las mejores formaciones del mundo-, y nada logró empañarlo hasta que la crisis económica y el derrumbe del régimen la arrastró a la precariedad.

«Con Maduro hubo un cambio total del Sistema de Orquestas. Chávez respetó hasta cierto nivel no inmiscuir a los niños en actividades políticas ni partidistas», explica Pedro, uno de los pocos músicos exiliados en España que han accedido a hablar públicamente sobre la «involución» del «Sistema».

«Empezó un cambio en el bolsillo de los profesores, los repuestos de los instrumentos, los niños no podían pagar transporte y no iban a clase. Se desmayaban en los ensayos porque no habían almorzado». A la precariedad se sumó la injerencia política. «Se politizó y se echó a perder cuando Maduro tomó el poder. A día de hoy el «Sistema» no es ni la sombra de lo que llegó a ser. Una parte tan importante de mi país la destruyó», lamenta Pedro.

En una de las últimas elecciones celebradas, algunos músicos denunciaron que habían sido obligados a votar por Maduro, además de a asistir a eventos políticos. «Con Chávez el voto era libre y secreto», sostiene el chelista.

Otro de los cambios que se operó en el «Sistema» fue el del repertorio. «Se dejó de apoyar tanto a la música europea y comenzaron a incorporar elementos ajenos a la orquesta sinfónica. Al entrar instrumentos tradicionales venezolanos poco a poco se fue cambiando el repertorio sinfónico de gran nivel por este tipo de instrumentos del nacionalismo musical, obviando la parte académica». Para el Gobierno, afirma, «el clasicismo era malo, el capitalismo era malo». «Nos decían: por qué no agarran un instrumento venezolano en lugar de un violín».

Tocar en el metro

Pedro también denuncia que todos los recursos económicos se centraban en Caracas, dejando desasistidas al resto de orquestas que había en otras ciudades y poblaciones del país. Recuerda que cuando era profesor en Mérida, uno de los núcleos del «Sistema» (hay 120 orquestas distribuidas por todo Venezuela), el salario no le alcanzaba para vivir debido a la gran devaluación de la moneda. «Trabajaba ocho horas y con los recibos no me alcanzaba. No podía seguir así porque me iba a morir y decidí entonces arreglar mis documentos y sacarme el pasaporte español».

La falta de una titulación le ha obligado a tocar en el metro, mientras se prepara una audición en uno de los conservatorios de Madrid que le permita obtener alguno para trabajar en una orquesta. Mientras tanto, sobrevive con lo que gana de estación en estación, y en alguna actuación puntual (hoy tocará en la presentación de un libro).

«Como español puedo optar a recibir una ayuda a migrante retornado. Pero, aunque presenté mi renuncia en febrero de 2018, a día de hoy el Gobierno de España no puede darme un euro porque en Venezuela no han querido darme de baja en el “Sistema” ni del servicio de seguridad social venezolano».

El violonchelista del metro, como le hemos bautizado -él se ríe-, sigue una rutina diaria: entre semana coloca su instrumento en los puntos donde hay más tránsito de gente que va a trabajar; y los fines de semana, en zonas más turísticas. A veces, sin embargo, hay quien se le adelanta y ocupa su lugar. El jueves, Pedro Antonio volvía como tantos otros días a uno de sus rincones favoritos del Metro de Madrid. Pero este ya estaba ocupado por otro músico, un violinista también del «Sistema».

Alejandro, de 22 años y originario de Trujillo (Venezuela), llegó hace tres meses a España -tiene residencia y familia española- después de renunciar a su orquesta en Caracas. «Vine para continuar mis estudios en un conservatorio y por la grave situación de mi país. Aquí no me convalidan los títulos y prácticamente hay que empezar de cero en el grado superior, puesto que el “Sistema” es práctica orquestal, no una universidad», describe.

Especializado en «canciones románticas», toca el violín desde hace 13 años, diez de ellos en el «Sistema»: «Estuve en varias orquestas en Trujillo, Carabobo y al final en la Sinfónica Teresa Carreño. La situación del “Sistema” se vio muy afectada por la crisis económica, bajaron los recursos, los profesores se fueron marchando y también los miembros de la orquesta», comenta. Se reúne con frecuencia con otros músicos del «Sistema» para «hacer música, conversar. Siempre mantenemos el contacto. Queremos organizar algún concierto». Cuando acaba su turno, una hora después, Alejandro, que prefiere no desvelar su apellido y pide que no se le fotografíe el rostro, se despide de su compatriota y le cede el sitio.

«En Venezuela los músicos llegaron a ser tan populares como acá en España el fútbol. En cada pueblito hay una orquesta sinfónica con todos los instrumentos. Hasta 2012 el “Sistema” fue un proyecto fascinante y dio sus frutos. Llegamos a ser los músicos juveniles más importantes del planeta», lamenta Pedro, que recupera el escenario.

Giras canceladas

El fallecimiento de Abreu, en marzo de 2018, dejó huérfano al «Sistema». Según información del régimen, sus riendas están ahora en manos de Nicolás Maduro hijo y de Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela. Con la Orquesta Simón Bolívar varada -ha cancelado varias giras internacionales en los últimos años-, buque insignia del «Sistema», el futuro de este parece incierto. Pedro acababa de interpretar su última pieza en el Metro cuando, antes de salir a fumar un cigarrillo, un hombre de unos 60 años, Santiago, tras escuchar la música, nos pregunta: «Perdonen, ¿es profesional, no? Solo un profesional entonaría así esa sonata de Bach».

«Si Dudamel hablaba, nos cortaban el presupuesto»

«Entiendo que Dudamel no quisiera hablar contra el Gobierno de Maduro porque si lo hacía nos cortaban el presupuesto. Ha sido muy diplomático», asegura Pedro Antonio Santiago, que no regatea en elogios hacia el director de orquesta que puso en el mapa a la Orquesta Juvenil Simón Bolívar. «Él es el icono visible del Sistema. Yo toqué bajo su batuta. Al maestro Dudamel lo respeto muchísimo. Le admiro como músico y por su gran diplomacia a la hora de tratar con un señor como Maduro. También admiro el hecho de ser inteligente y posponer ese corte de presupuesto pensando en los niños de Venezuela».

Dudamel, que el día 22 se convirtió en el primer venezolano con una estrella en el Paseo de la Fama, ha sido duramente criticado por no denostar públicamente al régimen chavista. Tenía sus razones y el tiempo lamentablemente le dio la razón.Rompió su silencio tras la muerte de un violinista del Sistema, Armando Cañizares, en las protestas de 2017. La respuesta del Gobierno de Maduro fue cancelar la gira de Dudamel con la Simón Bolívar prevista para ese año en EE.UU.

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