Moonspell “1755”

Por Roberto C. Palmitesta R. (Especial Cresta Metalica) @rpalmitesta

La banda de rock más importante de Portugal, Moonspell, sorprende nuevamente a sus seguidores con su esfuerzo de estudio Nº 14, que en esta oportunidad es un disco conceptual que conmemora 262 años del terremoto que sacudió a la nación, ocurrido un 1º de noviembre de 1755, de allí el nombre del CD, además enmarcado en la celebración del día de todos los santos. Un trabajo muy personal y atmosférico sobre la vida y la muerte, además cantado totalmente en portugués, dejando de lado el inglés de los discos anteriores. Sus temas deambulan entre el metal gótico, el doom y el death, añadiendo majestuosos arreglos sinfónicos, una coral de ultratumba, influencias del fado y de la tradición cultural portuguesa.

Para entender mejor esta obra hay que rememorar un poco de historia: El 1 de noviembre de 1755 un terremoto sacudió las costas de Portugal, generando además un poderoso tusami con olas de 6 a 10 metros de altura, destruyendo y paralizando a buena parte de la nación, especialmente a Lisboa, centro de los acontecimientos de esta nueva producción discográfica. Se trata de la mayor tragedia natural de la nación lusitana, hay fuentes que hablan de hasta de 40 mil muertos, más otros miles en España. Todos sabemos el alto nivel cultural que tiene el cantante y líder Fernando Ribeiro, cuán preparado, así como sus habilidades literarias, más una imaginación prodigiosa, por lo que aprovechó estás tristes páginas de la historia de su país para crear un disco conceptual.

El disco abre con “Em nome do medo”, indispensable para todo el CD, porque todo parte de él, es un inicio en todo el sentido de la palabra. Perteneció a su disco anterior “Extinct”, pero que ahora viene en formato orquestal como un preludio de la tragedia que se avecina, segundo a segundo aumente la tensión y la orquesta ayuda mucho en eso. El tema siembra temor, es el más oscuro de todo el disco y la orquesta es responsable de esas atmósferas de horror que se hacen sentir apoderándose de la mente de quien escucha. Toda una joya, trabajando muy bien los sonidos graves de instrumentos como el violoncelo y ni hablar de la labor de la coral que rememora el período gótico. La voz de Fernando Ribeiro, agresiva como siempre irrumpe con la delicadeza de la orquesta, como una vibración que resquebraja un cristal, impulsada por la potencia de la batería.

Em nome do medo, do medo sem fim
Na ira dos deuses, caímos enfim
A vida cruel, tormenta assim,
O céu que nos esmaga n’ausência de ti
Em nome do medo, do medo sem fim
Sou sangue de teu sangue
Sou luz que se expande
Sou medo de teu medo
Senhor do teu tempo
Em nome do medo

“Em nome do medo / En nombre del miedo” y es un buen preludio, y es justamente lo que se infunde en todo el CD: MIEDO… no es un disco para escuchar todos los días, menos durante situaciones de caos y estrés como las que vive Venezuela.

El segundo tema homónimo, “1755”, ¡es imponente; comienza con bajo y guitarra en tonos graves, abordando el formato eléctrico, pero la coral sigue con sus lamentaciones acompañando la crueldad que transmite Fernando con su voz. Las cuerdas entran con sonidos orientales y le dan un toque especial. Las líricas abordan el tema de la angustia vivida por sus ancestros. Excelente el contrate vocal que trae el cantante de fado Paulo Braganca.

Los coros siguen ganando protagonismo en “In tremor dei”, creando espacios para que la voz de Ribeiro con el bajo del Aires Pereira de fondo cuenten la historia. Este tema ilustra a los Moonspell más clásicos, y la batería de Gaspar acentuando el sentimiento de tragedia. El estribillo en son de lamento reza:

Lisboa
Em chamas
Tremendo, caída
Em chamas, Lisboa

Prosigue “Desastre”, un corte grandilocuente, crudo y muy ilustrativo de la situación de desastre en la que quedó sumida la ciudad. Comienza con los violoncelos rasgando sus cuerdas y acompañando a los riffs de guitarras. El que escuche la canción puede cerrar sus ojos y la música lo inducirá a imaginar el ambiente apocalíptico que prevalece después de una catástrofe, con ruinas, escombros, cadáveres y agua estancada, más los vivos llorando a sus muertos.

“Abanao” es muy guitarrera y pegajosa, Ricardo Amorim se luce a las 6 cuerdas, enarbolando el metal gótico marca Moonspell, con ese tipo de música que evoca la lucha entre la luz y la oscuridad. Muy bien logrado el juego de melodías entre guitarras, teclados y coros, unidos en un motor muy bien engranado que produce desesperación y ni hablar de la solidez que ofrece la base rítmica de bajo y batería. A ratos orquestaciones y teclados son uno mismo. Es impresionante lo bien compuesto que está este tema, uno de los mejores del disco.

Renasce lisboa
Entrega a alma
Renasce Lisboa
Rebentam, as águas
Um sinal dos tempos
E nasce a nova lisboa
No primeiro de novembro!

Su propuesta lírica es un tanto esperanzadora, porque señala a una Lisboa que quiere avanzar pese a los obstáculos, dejando atrás a su pasado ideológico y es tema álgido que no calara en las mentes más religiosas, pero así lo quiso transmitir la banda, que siempre ha expresado lo que ha querido sin temor a lo que digan los demás.

En cambio “Evento” es más pomposa, con el bajo de Pereira en rol protagónico y la batería de Gaspar se muestra machacante, que al combinarse con la voz de Fernando más el coro generan emociones de desesperación. El toque Groove de las guitarras es genial y va muy bien con lo que se quiere transmitir dentro del concepto del disco.

Las ideas que plantea la banda en esta canción giran sobre la interrogante “¿Dónde está el Dios que nos amaba?” con la consecuente pérdida de la Fe en Lisboa, ciudad que luego se levanta después de enterrar a sus muertos, sin la ayuda de Dios.

“1 de Novembro” por su parte da un giro inesperado, porque es una canción de rock crudo, primitivo, sin las orquestaciones ni la presencia protagónica de los teclados. Ribeiro para más un narrador que un cantante y es que lo buscó transmitir era el renacer de Lisboa sin la ayuda de Dios

“Ruinas” es una canción más sencilla que utiliza la escala melódica menor para infundir distintas emociones, pero ninguna es esperanzadora, más bien ilustra la desolación que quedó luego de que la naturaleza aplicara su fuerza implacable. Al final queda una sensación de entrar en un trance reflexivo, demostrando una vez más la enorme creatividad que tiene Moonspell para producir estados de ánimo con la música, oscura, pero música al fin.

“Todos os Santos” asoma un destello de esperanza, porque representa la calma tras la tormenta. Durante cinco minutos Moonspell desarrolla todo su potencial como banda; en particular la letra de esta canción no es apta para aquellas personas que practican su Fe cristiana, porque es un reclamo hacia Dios:

Apesar da matança
Dos corpos caídos
Que decoram as colinas
Faz dia em portugal!
Apesar da desgraça
Dos mortos, dos vivos
Que percorrem a cidade
Faz dia! Faz dia!
Em todas as cruzes, tábuas partidas
Quarenta igrejas caídas
E dos conventos nem um lamento
Nem um sinal de vida
Todos os santos não chegaram
Faz dia em portugal!

La letra se basa en el hecho de las decenas de iglesias cayeron en todo el país por causa del terremoto, pero que igual el pueblo se levantó, sin la ayuda de la religión. Ese 1 de noviembre marcó un fin pero al mismo tiempo de una nueva Lisboa que renace dejando atrás las ideas religiosas.

Una versión del tema “Lanterna dos afogados”, original del grupo brasileño Os Paralamos do Sucesso cierra esta epopeya discográfica. Buena elección de esta pseudobalada, adaptada adecuadamente al estilo de Moonspell y al concepto del disco. El trabajo de teclados es memorable, se siente el horror del cual todavía fue víctima el pueblo portugués, dejando escuchar las únicas voces melódicas de Fernando Ribeiro de todo el recorrido.

Toda la banda merece los mejores elogios: Pedro Pâixao estuvo gigante con los teclados y es que parte de los clímax emocionales dependían de su desempeño; Fernando Ribeiro lució imponente como siempre gracias a voz infernal, desesperada y gutural ; las guitarras de Ricardo Amorim fueron prácticamente la piedra angular ; el bajo del venezolano Aires Pereira es palpitante, oscuro y desgarrador, haciendo excelente equipo con el virtuoso baterista Miguel Gaspar, conformando la base rítmica más sólida que se pueda encontrar. Los arreglos orquestales son de Jon Phipps.

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