De la música pop a las bandas sinfónicas, conversaciones con Jesús Ignacio Pérez Perazzo

Jesús Ignacio Pérez Perazzo fundó en 2006 la Banda Sinfónica Juvenil Simón Bolívar, de la que hasta hoy es Director Artístico, aunque ya no dirige la Banda.

Por Gioconda Espina

Jesús Ignacio Pérez Perazzo fundó en 2006 la Banda Sinfónica Juvenil Simón Bolívar, de la que hasta hoy es Director Artístico, aunque ya no dirige la Banda. Desde 1963 creó y dirigió corales y bandas por toda Venezuela, fue uno de los fundadores de los primeros núcleos del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela y mientras hacía todo esto, fue invitado a dirigir las bandas y orquestas sinfónicas de muchos países de Latinoamérica, EEUU y Europa. Fundó una orquesta el año 1967, la Banda el año 2006 y en el ínterin dirigió por quince años la Banda Marcial de Caracas. Pocas personas saben que, además, es Comendador de la Orden Infante D. Henrique de Portugal por ser uno de los mayores conocedores y difusores de la música académica portuguesa.

Nació el 28 de mayo de 1942 en la Clínica Córdoba, Parroquia La Candelaria, Caracas. Tiene 75 años cuando comenzamos a reconstruir no sólo su larga y muy conocida carrera como músico sino su vida íntegra, llena de facetas interesantísimas y necesarias para conocerlo a él pero también a la Venezuela que se fue construyendo después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, en 1958.

Puede decirse que somos contemporáneos y hasta hace poco residentes de la misma ciudad; ahora él vive en Catia La Mar con su esposa, madre de sus tres hijos – Juan Salvador, Albe Mercedes y José Ignacio-, cómplice y asistente en todos sus proyectos desde 1973, Albe Belisario, pero cada jueves sube a Caracas por compromisos docentes con el Conservatorio de Música Simón Bolívar donde también funciona su Banda. Así que, a pesar de las muy diferentes historias personales de nosotros dos, hay referencias comunes que me facilitaron la conversación con este señor que hasta su esposa llama Maestro, un excelente conversador y un meticuloso conservador de la memoria de la historia musical de este país. Todo lo tiene fotografiado, grabado y ahora digitalizado. Armado con una laptop va apoyando lo que dice, precisando nombres y fechas.

1.-El año del terremoto y luego Dana

A fines de 1967, treinta jóvenes de la Escuela Superior de Música, de la Orquesta Estudiantil de Cámara de la UCV, del Conjunto de Ingeniería de la UCV y de la Orquestina La Salle, crearon la Orquesta Venezuela Pop, que debutó en la Concha Acústica de Bello Monte, que entonces era propiedad de Inocente Palacios.

Ese año Cuatricentenario de Caracas y del terremoto, ese año en que ya el PCV había acordado la política de la Paz Democrática que desistía de la lucha guerrillera en Venezuela, muchos de los jóvenes universitarios (especialmente los ucevistas) que habían militado o simpatizado con la lucha armada comenzaron a plantearse otros campos de lucha, comenzando por el que les incumbía directamente: las universidades, que ya no debían ser –entre otras cosas– el lugar de quienes alimentaron una línea política que ahora se asumía como una equivocación, sino el lugar donde comenzar una renovación académica a fondo, desde la estructura administrativa hasta los rígidos planes de estudios. El año 68 los estudiantes de Francia y México mostraron el camino. En mayo del 69 la renovación académica en la UCV y otras universidades del país fue la consigna para la movilización.

Es sorprendente saber ahora que, ahí mismo en la UCV, a fines del año del terremoto, unos 40 jóvenes músicos estaban organizando el Primer Festival Pop de Venezuela que el 9 de diciembre de 1967 – bajo la batuta de JIPP– puso juntos en un escenario, por primera vez en la historia de la música del país a músicos académicos y a las bandas más populares del momento, como Los Darts, Los Snobs, Los 007, Los Memphis, etc. Leo en el volante de propaganda: Bs 5 la entrada. El autor de varios arreglos fue el maestro Arnoldo Nali. El locutor presentador fue el joven Víctor Hugo Cairos. También estuvo el Ballet de Angel Españolete que hacía las coreografías. Veo un montón de fotos del festival: todos los músicos llevaban flux.

Cuenta JIPP una anécdota de ese festival: Inocente Palacios, con el que se entrevistó para conseguir el local, accedió creyendo que se trataba de jóvenes de la orquesta de música barroca que dirigía J.A. Abreu, pero cuando se enteró días después, por la publicidad, de que iban a tocar con grupos populares de rock quiso echarse para atrás, pero ya había firmado un convenio. Entonces les puso otro obstáculo: no podían usar el piano, imprescindible para el número de apertura del festival por la Orquesta, “Concierto para enamorados”, con un arreglo que le había regalado en EEUU Roger Williams y que tocaría Espinoza…

¿Alberto Espinoza?

No, su hermano Nelson Espinoza, otro gran pianista… Abríamos nosotros y luego se incorporaban los grupos populares con la Orquesta. Entonces a un amigo nuestro que era gerente de Yamaha Musical en una tienda de Chacao que aún existe, Elio Torres — un ángel de la guardia con ascendencia boliviana del que no he vuelto a saber– se le ocurrió esto: buscar un trasporte y gente que sacara el piano en lo que se fuera su jefe y al terminar el concierto, el mismo día sábado, lo devolviera a Chacao. Así que los artistas fuimos también los caleteros del piano que nos negó Palacios. Elio siguió un tiempo fungiendo como manager ayudándonos con todas estas cosas prácticas.

El día del Festival estuvo presente José Antor, de los hermanos Antor que representaban a RCA Víctor en Venezuela, que le propuso a JIPP que asumiera la dirección musical del sello Fonograma que ocupaba Billo Frómeta y se hiciera cargo del proyecto Souvernir.

Recuerda JIPP cuando, a sus 25 años, le tocó recibir la dirección musical del sello disquero de manos del maestro Billo.En Souvenir sacó el primer disco con los músicos del festival y algunos invitados. De esta alianza con RCA Víctor surgieron dos Experiencias Psicotomiméticas.

Oyendo a JIPP no creo exagerar cuando digo que esta iniciativa que intentaba desacralizar la música académica y acercarla a la música popular, fue otra faceta de la renovación académica que se extendió en nuestras universidades a partir de mayo del 69. Y, desde luego, no miento cuando afirmo, con orgullo, que una vez más la UCV fue el lugar desde el cual surgieron ambos movimientos, aunque hubiera poco o ningún conocimiento de uno por el otro.

¿Cómo lograron convivir entonces y después con los músicos académicos que no participaron es esa aventura del 67 y 68?

La única posibilidad que tenía un joven de dirigir una orquesta entonces era dentro de la concepción de la escuela “José Ángel Lamas” que dirigía Vicente Emilio Sojo, pero al llamarla Pop y hacer una música que los mayores no hacían nos poníamos a distancia sin romper con ellos.Eso que hacíamos se llamaba entonces “música semiclásica”: sobre un fondo convencional montábamos temas populares.Es lo que George Martin había hecho para los Beatles.Quisimos ser un puente entre los jóvenes músicos con formación académica y los populares y traer versiones en español de los éxitos pop del mundo para una mayor comprensión de nuestros jóvenes. La propuesta tuvo acogida y creamos esa orquesta sin financiamiento y sin sede, andábamos rodando por salas prestadas: la Casa Yaracuy en El Paraíso, etc. Por supuesto se presentó un conflicto con el conservatorio, cuando el Maestro Sojo se enteró de que JC Núñez, Servio T. Marín, Malavé, Piccinini y otros destacados jóvenes en composición y en los distintos instrumentos estaban en la Orquesta Pop. Les hizo…

La cruz, como era Sojo…

A ellos… que estaban en su escuela porque yo no era de esa escuela sino un estudiante “irregular” de la Escuela “Juan Manuel Olivares” que dirigía Gonzalo Castellanos. Sojo incluso llegó a calificar a J.C. Núñez –poco tiempo después reconocido como uno de nuestros principales compositores– con 01 en composición. Sin embargo, era comprensible su reacción en esa época…Igual nosotros seguimos trabajando nuestro proyecto.

¿De dónde salió eso de las Experiencias Psicotomiméticas?

Yo presenté y estuve trabajando varios meses en un proyecto de músicoterapia en la clínica del Dr. Luis Maggi, Clínica Ávila, en la 2da Av. de los Palos Grandes (ya no existe). Al principio, dos veces por semana, yo llegaba muy temprano en la mañana y me llevaban a los pacientes ya medicados, entonces les pedí que no me los enviaran dopados y una psicóloga -y ex campeona nacional de tennis-, la Dra. Morita Alexander, medió a mi favor con los psiquiatras. Yo ponía música y los pacientes dibujaban o pintaban lo que la música les hacía sentir; luego esos dibujos llegaban a los médicos y psicólogos tratantes. Al final se sumó el Dr. Boris Schenfeld, que me apoyó mucho. Tuve experiencias muy buenas, incluso con amigos que estaban ahí hospitalizados. Después me invitaron a repetir la experiencia en el Hospital Psiquiátrico de Lídice.

La compañía que hizo el montaje de iluminación, efectos especiales y sonido de las Experiencias Psicotomiméticas se llamó “Los Cerebros Elásticos”. Mi amigo Rodolfo Wiener, Rudy, interesado en los fenómenos ópticos, hizo la escenografía. Su equipo tenía buenos conocimientos acerca de la psicodelia y los efectos alucinógenos, como tanta gente en esos fines de la década de los 60. Mi propuesta era envolver al espectador a través dela intensidad de sonido, la música, los efectos especiales, los colores y las imágenes proyectadas…

Gregorio Montiel Cupello (2004) escribe en su libro El rock en Venezuela, que una voz en off advertía: “En este momento nos hemos apoderado de sus mentes, van ustedes a vivir una experiencia psicotomimética” (Fundación Bigott, p. 57).

Los equipos disponibles eran bastante precarios entonces y lo que hicimos con aquellos retroproyectores fue derramar huevos sobre los slides y esas imágenes aparecían sobre los músicos en el escenario, así como flashs estroboscópicos, luces negras, proyecciones, etc. El afiche lo hizo Odoardo Rodríguez y su hermano. Todo eso lo pagaba la disquera porque era parte del acuerdo con el sello que yo dirigía.

La primera Experiencia Psicotomimética fue en el viejo Teatro Caracas, Cappy Donzella fue contratado como locutor y animador. La segunda fue en el Aula Maga de la UCV pero aquí el espectáculo se nos fue de las manos ante la asistencia de un público joven que duplicaba la capacidad de la sala: el resultado fue algunos daños: tres puertas rotas, varias butacas, no obstante la disquera respondió. La FCU protestó: “Me llevaron al Consejo Universitario por el uso del Aula Magna para eso… A lo mejor tú estabas entre los que protestaron”…

La verdad es que yo andaba ensimismada en la deriva que había tomado la lucha armada de la que el PCV se retiró, aquella división entre jóvenes “fraccios” y comunistas y miristas que no querían abandonarla… Nunca supe ni del Festival en la Concha Acústica ni de las experiencias psicotomiméticas, lo confieso… Y después fuí muy amiga de uno de tus músicos académicos de la Orquesta Venezuela Pop, el violinista Marcelo Hernández y jamás él me habló de eso… Supe de su participación revisando, estos días, tu historia en Internet…

¿Cuál es tu balance de aquél festival, el disco y las dos experiencias psicotomiméticas?

Creo que lo más importante fue que se rompió la barrera entre lo académico y lo popular, algo que ha mantenido el actual Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Y creo que se demostró que los jóvenes tenían y tienen mucho que aportar siempre, de hecho en 1971 se organizó el Primer Festival de Jóvenes Directores con la Orquesta de Cámara del INCIBA en la antigua Biblioteca Nacional…

¿Quiénes eran?

Alberto Grau, Juan Carlos Núñez, Servio Tulio Marín y yo, un día nos presentamos dos y al día siguiente los otros dos.

Revisé un artículo del 14-8-2017 muy interesante de Roberto Palmitesta (venezuelasinfónica.com/matrimonio feliz-banda. Consultada el 2-9-2017) que ubica en 1978 la primera combinación de grupos de rock con una orquesta sinfónica, en el longplay “Más allá de tu mente” de la banda Estructura…

No lo he leído pero Palmitesta es una persona seria, que seguramente da información cierta a partir de 1978, él conoce bien esa historia…

Me pareció muy bueno el artículo, pero yo le hubiera sugerido comenzar con 5 palabras y un número: “Los pioneros son los de 1967”… es lo que corresponde a todo investigador, reconocer que hay antecedentes a los que, sin embargo, uno no se va a referir de inmediato. Es la primera lección que les doy a mis tesistas de pre y postgrado de la UCV.

Si quieres te doy su teléfono para que se lo digas.

No es necesario, él me leerá un día como yo lo leí a él, por azar. Incluso, RP puntualiza que en 1989, en el Teatro Teresa Carreño, se hizo la primera presentación de una orquesta sinfónica con una banda de rock, tocando juntos, no cada uno por su lado. La obra fue la Suite Oro Negro, escrita por el tecladista VytasBrenner, con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, dirigida por Alfredo Rugeles, a quien califica como el director de orquesta más rockero que ha tenido el país.

Todo eso fue así, sin duda, pero la verdad es que eso ya lo habíamos hecho nosotros en 1967 y 1968. Estoy de acuerdo con la definición que hace de mi amigo Alfredo Rugeles –gran admirador de los Beattles-, con quien tengo amistad hace mucho pues Ana Mercedes, su mamá, fue la mano derecha del maestro Gonzalo Castellanos.

Después hiciste una banda sonora para cine.

A fines de 1968 hice la banda sonora de la película Dana, de Víctor Manuel González, protagonizada por Pierina España, Jorge Palacios y Luis Pardi, el típico triángulo amoroso que concluye en tragedia. En esos días yo estaba en el dilema de terminar con lo pop y lo psicotomimético y devolverme a la música sinfónica y entonces me propusieron esto que me venía muy bien porque, también, estaba dejando Fonograma, el sello de la RCA Víctor. Precisamente fue el director del sello quien me habló de esa oportunidad, yo no conocía a González. Me pagaron por esta banda sonora de la película Bs 30 mil que entonces para un soltero era mucha plata.Te la voy a poner, vas a oír a Alberto Espinoza tocando varios instrumentos, no sólo el piano (Y también a Oscar Mejías, añade Magnolia Coronado que está presente en esta conversación).

Después de que firmé el contrato llamé a Oscar Mejías para comenzar a componer; tuvo que quedarse a dormir en mi casa porque desde las 2 pm hasta las 11 de la noche no se me había ocurrido ni una sola idea buena, nada servía. Y de repente en la madrugada le dije a Oscar que estaba durmiendo: “levántate que ya tengo el tema…fa, sol, la/ fa, sol, la, re do/ la, sol, la… y ahí va a comenzar todo”. Siempre pongo este ejemplo a mis estudiantes y uno de ellos compuso una pieza dedicada a mí y tituló Dana a su segundo movimiento (Va al reproductor y coloca el CD de la banda sonora original de la película).

¡Escucha bien!: comienzo con un fragmento del Otoño de Vivaldi pero en una tonalidad distinta, en fa mayor; arranca Toñito Naranjo a presentar el tema a partir del fa, sol, la… y luego entra toda la orquesta. En la trompeta están Luis Arias y Alberto Espinoza, canta Carlos Moreán (ahora Jesús Ignacio canta con la voz grabada de Moreán este enero 2018, en Catia La Mar. Maricruz, Magnolia, Albe y yo somos su público). Esa canción la compuse pensando en que la cantaría Marco Antonio Muñiz, pero no pudo llegar por otros compromisos esos mismos días de la grabación. La versión femenina la canta Nancy Ramos. Toda la trama de la película está atravesada por el tema cantado o, la mayoría de las veces, de forma instrumental.

Escucha este piano lo toca Juan Carlos Núñez, pero hay otra versión de este tema en jazz que toca Alberto Espinoza al piano, Alberto Contramaestre en la batería y Soteldo en el bajo. Esta versión se la entregó mi hermano, para entonces Cónsul de Venezuela en Miami, a un gerente de un bar en Biscayne Boulevard y cada vez que entraba al bar se la ponían. ¡Este Alberto es el músico más completo que yo he conocido en mi vida! Tiene genialidad y, además, fluidez…

Yo no me podía creer lo que era la primera vez que lo oí acompañando a Magnolia en El Chupe de Las Mercedes…Fue un shock para mí porque sé que es abogado y ejerce…No me imaginaba que primero fue sábado que domingo y que venía de esta experiencia antigua de la que has hablado aquí…

¡Sigue escuchando!: las partes del actor eran acompañadas por una trompeta y las de la actriz por el piano. Cuando al final el tipo se cansa de la mujer el instrumento toca el fa, sol, la/ fa, sol, la/ re, do… lento, desganado, como si la trompeta también estuviera cansada de la mujer, al tiempo que el piano está cada vez más vivo, más acosador, ambos entran en un diálogo que culmina en tragedia, se oyen susurros de sus voces acompañando a los instrumentos. Pues bien, los dos instrumentos los toca Alberto Espinoza.

Es impresionante y bello, muchas gracias por esta clase magistral sobre cómo se compone a partir de una idea y cómo se lleva adelante…

¡Escucha el efecto con las escobillas en la batería! que buscan imitar el sonido del mar al fondo, porque ahí es donde todo concluye para ellos dos. Oye cómo termina el soundtrack al final de la película, con ese oboe haciendo el fa, sol, la… lento, tocado por Xiomara Núñez y luego con el tema en barroco y con un re incisivo en la trompeta, mientras la cámara se retira de los cuerpos de ella abrazando al amante al que acaba de asesinar en la playa…

¿Ese final barroco quienes lo tocan, los mismos músicos?

No todos, para eso tuve que traer también a otros músicos académicos.

Estoy segura de que el soundtrack es mejor que la película, sin haberla visto. Creo que si hubieras hecho carrera en otro país serías un famoso musicalizador de cine.


Les invitamos a disfrutar de la segunda parte de este artículo que ha escrito Gioconda Espina el día viernes 2 de marzo de 2018

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