David Peña: Venezuela brilla en sus cuerdas

Escrito por Evelyn Navas Abdulkadir | Entrevista Exclusiva para Venezuela Sinfónica

David Peña Oldemburg
David Peña Oldemburg

Integrante de Ensamble Gurrufío, el Maestro David Peña, es hoy por hoy, un digno representante del gran avance de nuestros ritmos tradicionales y del reconocimiento que se le da no sólo en Venezuela sino en el mundo. Con gran pasión sigue en su misión de lograr que “haya más escenarios y espacios” para exhibir toda la riqueza y el colorido de nuestra música. Venezuela Sinfónica –como primer noticiero digital del mundo sinfónico de nuestro país- presenta una grata conversación con David Peña a propósito de su trayectoria musical y de Encuentro Monumental, concierto que el próximo 4 de noviembre unirá el talento de la Orquesta Sinfónica Venezuela, del brasileño Hamilton de Holanda y su Quinteto y de Ensamble Gurrufío.

David Peña es caraqueño, nacido y criado en Los Jardines de El Valle. Y es que en la 17, calle de su infancia, encontró entre juegos, competencias, tertulias y parrandas, las que serían dos grandes pasiones en su vida: la música y el deporte. Proviene de una familia de melómanos, de un papá bohemio –comerciante de día y cantante de noche- y de una madre amante de la música, quienes imprimieron en sus hijos el gusto por la música, las serenatas, las parrandas y el compartir entre músicos.Como todo niño que se inicia en este camino, el cuatro no podía faltar en esa primera educación. Después, la mandolina se incorporaría como parte de una búsqueda por aprender por si mismo y así adquiere una formación autodidacta que le marcaría su destino.

Siempre curioso, con un oído finísimo y un gran talento para expresarse a través de los instrumentos de cuerda, aprovechó al máximo el entorno familiar. “A mi casa llegaban músicos y así conocí el contrabajo y el acordeón, a través del acordionista Luciano Ardi. El maestro contrabajista Miguel Acuña me permitió el contacto directo con este instrumento y de allí nació el amor que le tengo al contrabajo”.

A Edicson Ruiz –hoy uno de nuestros más dignos representantes del contrabajo a nivel internacional- lo conoció cuando era sólo un niñito, en un concierto de Ensamble Gurrufío, cuando su mamá lo acercó al finalizar para que compartiera con Cheo Hurtado y con David Peña y éste, le permitió observar y tantear su contrabajo. Años después se rencontrarían en un recital de Ruiz y como el mismo David dice: “Hasta se me salieron las lágrimas, es una gran satisfacción, pues de alguna manera influenciamos en él y mira todo lo que ha logrado”

UN SONIDO EXTRAÑO Y SUGESTIVO QUE CAUTIVA

Sólo elogios tiene David Peña para su contrabajo. “Cuando falta se nota”, refiere pues en todos los conciertos está presente, tanto a nivel de orquestas como de agrupaciones de cámara. Y en Ensamble Gurrufío no podía faltar.

Ensamble Gurrufío
Ensamble Gurrufío

Aunque tiene una formación autodidacta –no sostuvo la disciplina del estudio académico- su estudio del instrumento fue paulatino y fue su gran amigo Gilberto Rebolledo quien le incentivó a progresar con él. “Yo era de oído, podía sacarte una pieza sólo oyendo los acordes, pero no sabía leer la música. Así fue como el maestro Félix Tovar, quien perteneció a la Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV) le ayudó en esos tiempos. “Con el arco en la mano empecé y aprendí un tanto de ese otro instrumento como complemento, es importante tener el conocimiento básico, pero sobre todo el oído si te vas a dedicar a la música tradicional”, puntualiza.

Siempre estudioso de nuestros ritmos populares, David Peña conoció a grandes maestros como: “Héctor Valero de Grupo Raíces, Sotico desde Maracay, Pedro y Telésforo Naranjo de El Cuarteto, mi amigo Juan Jayaro, escuchando sus grabaciones y en sus conciertos”. De todos ellos extrajo grandes enseñanzas y un amor incondicional por la música tradicional venezolana. Si hay un valor que lo destaque, es ser un hombre agradecido: “son muchos con quienes compartí, de quienes he aprendido y están en mi memoria”.

La música tiene el lugar más preponderante en su vida y hoy guarda una herencia familiar que es su tesoro: la colección de discos y casetes de sus padres: “Puedes encontrar de todo, hasta discos de 45 y 78 revoluciones. Me quedó ese gusto de ellos y hoy también tengo mi propia colección”, aunque claro está con los avances técnicos de nuestros tiempos.

Ensamble Gurrufío
Ensamble Gurrufío

Aunque llegó a incursionar en la salsa, fue la música tradicional la que lo cautivó: “Tenemos música tan sublime, colorida y expresiva que puede ir desde lo melancólico y profundamente triste hasta lo más alegre. Venezuela es una amalgama de ritmos y sonoridades tan única, que te cautiva y en mi caso, fue amor para siempre”.

ZANCUDO POR SIEMPRE

David Peña de joven fue muy inquieto o como él mismo dice ‘pata caliente’ y se la pasaba viajando por Caraballeda, Naiguatá y muchos otros pueblos del interior tanto de Oriente como Occidente, tocando tambores para las fiestas de San Juan (aunque dejó eso para no dañarse las manos) o participando en cuanta parranda le animaba y así conoció de primera mano a maestros como Juan Esteban García, María Rodríguez, Morochito Fuentes, Alfonso Moreno, Juancito Silva, Beto Valderrama, Juan Rojas, Eudes Álvarez, José Archila, los Hermanos Hurtado, Luis Mariano Rivera, Rafael Rincón González, al Conjunto Barrio Obrero, Victor Hugo Márquez, Betulio Medina, sus amigos del grupo Raíces de Venezuela, El Cuarteto, Quinto Criollo, Carota Ñema y Tajá, en fin, la lista de personalidades y agrupaciones es casi interminable: “y mis disculpas a quienes no haya nombrado, pero siempre el mismo cariño para todos con quienes he tenido la gran fortuna de compartir y aprender de ellos”, dice.

De sus comienzos, ya a nivel profesional, recuerda al cuarteto vocal femenino Malembe, las del canto… cuyo arreglista y director era Gilberto Rebolledo. También estuvo con Lilia Vera por 2 ó 3 años. Ha recorrido casi toda Venezuela en esas andanzas, compartiendo con los cultores de nuestra música de raíz folklórica y tradicional.

“En las parrandas, los aguinaldos, pueblo por pueblo, con la gente –seres tan maravillosos- en sus calles y en sus casas… Esa es la verdadera escuela, de donde me nutrí y es hoy mi esencia de vida”, revela David Peña.

De tanto compartir la música, las bromas entre compañeros y la alegría propia de las parrandas, le dieron el sobrenombre de Zancudo, por aquello de ser alto y delgadísimo y así se quedó. “Hoy es más Zancudo que David”, ríe. El nombre se lo dieron en dos poblaciones en fechas muy cercanas y lo tomó como una cosa del destino: “Estando en Tacarigua de Mamporal, la mamá de Lilian Frías, cantante que se dio a conocer con Un Solo Pueblo, la Sra. Mercedes de Frías me llamaba así, y qué casualidad, la Sra. Mercedes Iriarte en Naiguatá también me llamaba Zancudo”.

Al consultarle por su primer concierto, la primera vez en el escenario, se acuerda con total claridad y se explaya: “Acompañé a mi hermana menor, Corina en un concierto, quizás ella tenía 9 y yo 13 años, toqué el cuatro. Después seguí con varias corales como la del Hipódromo, y para ese entonces la del Instituto Nacional de Puertos, en donde cantaban mis hermanos José, Rocío, Antonieta, Laura y Corina. Luego la Coral Estudiantil de la UCV, dirigida por Gilberto Rebolledo, allí toqué la mandolina, la guitarra y las tumbadoras”.

Su primer viaje al exterior fue con Malembe a Trinidad, y en esa oportunidad con la guitarra. Se puede decir que David Peña es un apasionado de las cuerdas: “conozco los instrumentos, aunque mi corazón le pertenece al contrabajo”. Cuando hace arreglos trabaja con la guitarra.

Fue su entrañable amigo Luis Escalante, de las Veredas de Coche, quien le cedió un contrabajo para que estudiase. Escalante dirigía y componía para su Polifonía Cromática, grupo del que tiene gratos recuerdos y grandes amistades, que aún conserva. “Luis era introvertido, un gran maestro, también autodidacta y sobre todo un excelente compositor con obras muy hermosas que tienen mucha frescura. Él terminó regalándome el instrumento y ya estando en Ensamble Gurrufío, lamentablemente me lo robaron”, cuenta David Peña.

En un viaje a Nueva York junto a un amigo contrabajista, Mark Brown, consiguió su contrabajo actual. “Cuando lo vimos, sonaba divinamente bien, tenía un brillo particular, muy bello. Lo dejé en la tienda y me fui a Boston a tocar. Al regresar a Nueva York me encuentro con la sorpresa de que Mark lo había comprado con estuche, pasaje y todo. Me lo traje de regreso a Venezuela en el asiento de al lado. Le pagué el préstamo a mi amigo Mark, a quien por siempre estaré agradecido por tan bonito gesto”.

Sin embargo, no es una historia color de rosas: “En un viaje a Maracaibo para el Festival Nuevo Mundo que organiza Simón Gollo, la línea Aeropostal me lo dañó, lo reventaron, hasta la tapa que es importantísima, pues no se dignaron a pagarme la reparación ni a responsabilizarse, ni con abogados pude conseguirlo”. La indignación sigue a pesar del tiempo. Con la fortuna de que Mathías Herrera, luthier amigo, se lo reparó totalmente. “Es mi consentido y lo han tocado maestros como John Patitucci y Horacio Fumero. Es un contrabajo con mucha historia. Pequeño, con un sonido potente y particular”, nos dice.

En su colección también hay una mandolina. Y de esos romances con la música tradicional brasileña le queda una fina guitarra 7 cuerdas, instrumento con el que se acompañan los Choros brasileños, “produce un acompañamiento muy bello, con una sonoridad única”. El Maestro David Peña utilizó esta guitarra de 7 cuerdas en la grabación del disco de Ensamble Gurrufío Sesiones con Alfredo Naranjo, el tema Mi Tripón de nuestro querido Otilio Galíndez.

Más allá de ser músico, los últimos años lo han llevado por otros derroteros como productor musical con Ensamble Gurrufío y con otras agrupaciones y ha montado espectáculos muy diversos: “De tantos toques y con la experiencia discográfica y artística, terminas aprendiendo cómo producir, para tratar bien a los músicos y maximizar la experiencia de ellos en el escenario”.

CORRIENDO CON EL TIEMPO

Desde la escuela David Peña practicó el voleibol y el básquet, luego entrenó el atletismo con un profesor de origen brasilero, José Da Silva, en el Polideportivo de Coche. Llegó a correr varios maratones y hasta obtuvo una medalla de plata en salto largo en el Polideportivo de Caricuao y una de bronce en una carrera de cross country en la Universidad Simón Bolívar.

Hoy sólo corre para estar en forma. De su época de juventud, le quedó como secuela hernias discales y es por eso que se cuida, se mantiene en forma y delgado. “De vez en cuando práctico natación”, comenta.

Y es que vivió una década en Barlovento, entre haciendas de cacao y ríos, enamorado del pueblo de Panaquire, junto a su primera esposa y su hija Alhué Claraluna. “Me la pasaba cargando canastas con 40 ó 50 kilos del fruto del cacao, ayudando un poco a la familia Aparcedo, que también son mi familia. Fue toda una experiencia, estuve muy en contacto con la naturaleza, en una paz y tranquilidad total, hasta sembré plátanos con mi compadre Polo, y los vendía en los mercados de Guatire, San Antonio y otras zonas”, dice David Peña, quien aprendió de su papá que el trabajo dignifica.

Sigue: “De chamo, en mis vacaciones escolares trabajaba con mi papá en su camioneta, vendiendo queso guayanés a todas las areperas de Caracas y allí le agarré gusto a trabajar. Incluso vendí frutas en la avenida Lecuna. En Panaquire también fui agricultor y cuando viví en Mérida, aproveché para comerciar verduras y frutas”.

Actualmente, se dedica exclusivamente a la música. Su hija ya tiene 24 años y aunque conoce de música pues se inició con flauta y violín, la carrera de Turismo le llamó más la atención. “A ella también la enseñé a trabajar y de hecho me ha apoyado en muchas de mis producciones”. Su hijo menor, Carlos David, apenas va al maternal, “pero ya le dicen el cantante” cuenta con orgullo del pequeñín de 2 años.

LA MÚSICA DE VENEZUELA EN EL ATRIL

Aunque David Peña no tuvo una educación académica, aprecia la gran labor de nuestras orquestas sinfónicas. Es un firme creyente de que la música tradicional venezolana, con todos sus compositores, debería estar presente en todos los atriles de Venezuela y es que hizo suya la frase de su compañero de Ensamble Gurrufío, Cheo Hurtado: “póngame música de Venezuela en el atril”.

Esa filosofía de vida, esa concepción les llevó como agrupación a concretar un proyecto aún hoy plenamente vigente, La Camerata Criolla: “Tenemos ese razonamiento de llevar nuestra música tradicional al mundo académico, al formato orquestal, y seguimos insistiendo, queremos que todas las orquestas del país toquen música venezolana”. En aquel momento contaron con el apoyo de Jaime Martínez, quien fuese miembro de Ensamble Gurrufío, María Fernanda Montero, Alfonso y Mauricio López, María Carolina e Ilein Bermúdez, Susana Salas, Germán Marcano, Johan Chapellín, Mario Joel Mujica, Naumarys Martínez, José Tasdeo Oliveira, Amarí Guerere, Rubén Haddad, Adriana Vírguez, Carlos Rondón, Laura López, Gregory Parra, Carlos Bello, Marcela Frías, Julio Flores, Loreley y Luisana Pérez, Alexander Livinalli, Javier Marín, Rainer Ossott, Andri González, y otros que creyeron y creen en La Camerata, así como el Maestro Manuel Vicente Hernández Silva con su magistral dirección.

“Este proyecto sigue vivo y aunque el músculo financiero es necesario, como músicos no podemos detenernos. Hay muchos amigos del mundo académico y popular, interesados y prestos a exponer la música tradicional venezolana en el ámbito clásico”, afirma pues es vital darle continuidad a ese importante proyecto como lo es la Camerata Criolla.

Y es que lo clásico y lo tradicional no se riñen para David Peña. “Imagínate, cuenta, que un argentino me llamó un día y yo pensé que era una broma, porque me llamó por Zancudo. Resulta que era Osvaldo Golijov, un compositor que tenía una obra dedicada a La Pasión según San Marcos, de carácter bíblico y quería que yo fuera el contrabajista. Le dije que sí y seguí con mi vida. Un año después me contacta María Guinand de la Schola Cantorum de Venezuela y así formé parte de esta maravillosa obra y la orquesta La Pasión, como el mismo Osvaldo la llama. Ya son 12 años ejecutándola en importantes salas del mundo desde su estreno en Alemania. Es una obra increíble, eclética, amplia y magistral donde lo clásico, lo tradicional y lo moderno se funden”.

Con La Pasión según San Marco la Schola Cantorum de Venezuela ha viajado por Latinoamérica y el viejo continente en giras muy exitosas. Es una obra donde se conjugan elementos de música de cámara, música litúrgica judía, así como algunas pinceladas de Astor Piazzola. De hecho, ya tiene la agenda del 2013 ocupada en el mes de enero con una presentación en el Carnegie Hall de Nueva York.

UN ENSAMBLE QUE PERDURA MÁS QUE UN GURRUFÍO

Son casi 30 años que tiene Ensamble Gurrufío y de hecho se han convertido en íconos de la música tradicional contemporánea. David Peña los trata desde sus inicios, aunque se unió tiempo después. A Cheo Hurtado lo conoció como director musical de Un Solo Pueblo. Mientras estaba con Malembe y con Lilia Vera, fue invitado a tocar y que para ‘probarlo’. “En 1989 me piden que los acompañara a un programa en VTV (Canal 8) y todo salió muy bien. Así comenzó mi historia. Después nos llamaron del Santa Fe Chamber Music Festival en Nuevo México, Estados Unidos y tuvimos mucho éxito, en dos importantes giras. Luego viajamos en gira por Brasil, Aruba, Curazao y hasta Japón, por nombrar algunos países. Ellos dicen que les traje suerte”. Claramente, superó la prueba, aunque con seguridad era una broma más de Cheo Hurtado.

Lo que los distingue es la pasión por nuestra música, una gran disciplina, total entrega, mucha seriedad y por supuesto, la diversión que les da un toque de espontaneidad.

El primer disco fue Maroa que les dejó una gran enseñanza: se encargarían directamente de sus finanzas y de la producción discográfica. Después sigue una amplia discografía, muy exitosa y diversa. La inclusión de Juan Ernesto Laya, Layita, le dio a Gurrufío el sabroso toque de sus mágicas maracas. Hoy les queda pendiente la publicación de un disco de Sesiones con Edwin Colón Zayas, cuatrista portorriqueño con quien grabaron algunos temas y esperan completar el repertorio en algún momento de este año.

“También existen personalidades y profesionales que han formado parte de vital importancia para el Ensamble. Fuimos afortunados al encontrarnos y poder trabajar en distintos tiempos y en distintas áreas con Karina Zavarce, Leonardo Rodríguez, Vicky Plater, Rosa Virginia Urdaneta, Rodolfo Benítez, Nelson Torres, Annabel Valero, Carolina Arnal, Rocio Joshuy Peña, Laura Peña, Robert y Jesús Carabaño, amigos como Joel Bracho, Andrés Rosa, Alejandro Rodríguez, Betty Abreu, Paul Desenne, Rafael Rondón, y muchos otros amigos que de verdad, han sido determinantes”, nos aclara.

“Especial mención hago de quien en la actualidad, se mantiene como fiel y enamorada de nuestro trabajo, alguien que incondicionalmente sigue y sigue aportando sus buenas ideas, alguien que en gran medida, ha sido parte importante en el desarrollo y manejo del concepto y de las ideas, en todos los ámbitos posibles del Ensamble Gurrufío. Me refiero a Yubirí Arraiz Pinto, de quien podría escribir páginas y más páginas en letras mayúsculas y en tonos mayores; y digo todo esto no porque sea mi esposa, que lo es, sino porque ella representa, en mi caso, el otro 50 % en todo cuanto invento y propongo a la hora de producir música y todo lo que con la música está implícito. Tal es el caso justamente, de este Encuentro Monumental”, reseña el músico.

Todo esto deja claro que Ensamble Gurrufío sigue vivito y coleando a sus casi 29 años: “como muchacho en plenitud madura, manteniendo el espíritu juvenil”. Al grupo se incorpora recientemente, como invitado especial, Manuel Rojas en la flauta, gran músico larense, entretanto Luis Julio Toro se concentra en desarrollar otros proyectos y n emprender otras actividades, siempre como nuestra familia. “Lo que importa es la música y la buena actitud que nos une, hay mucha empatía y comprensión entre nosotros. Hemos estado juntos por más tiempo que con otras personas, parejas incluidas. Eso te habla de ciclos, etapas, altibajos pero, siempre, enlazados por un sentimiento de pertenencia, pertinencia y fraternidad únicos”, nos cuenta.

Con esa visión y sentimiento, Gurrufío ha impulsado y apoyado además de compartir con ya consagrados artistas como Serenata Guayanesa y otros músicos virtuosos de vital importancia para la música en Venezuela y el mundo tales como: Moisés Torrealba, Alexis Cárdenas, Carlos Orozco, José Archila, Argenis Sánchez y Alfredo Naranjo, entre otros. Asimismo, ha reconocido y apoyado en su camino para darse a conocer a muchos jóvenes talentos, entre quienes destacan la generación que ha surgido de La Siembra del Cuatro, por ejemplo.

A PROPÓSITO DE HAMILTON DE HOLANDA

El próximo 4 de noviembre Ensamble Gurrufío regresa al escenario del Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, esta vez junto a Hamilton de Holanda y a la Orquesta Sinfónica de Venezuela, bajo la batuta del maestro Alfredo Rugeles, con Encuentro Monumental.

Será una concurrencia de queridos amigos. Hamilton de Holanda está feliz de regresar de nuevo a Venezuela. Es que se conocen desde hace muchos años. Al primer concierto de Hamilton en nuestro país, Ensamble Gurrufío asistió como público, después hubo la infaltable parranda en casa de Cheo Hurtado y más adelante concretaron en los camerinos y desde entonces siempre han estado en contacto. En un viaje de David Peña a España se reencontró con Hamilton De Holanda y por su parte, Cheo Hurtado compartió con él en un viaje a Londres. Siempre han mantenido ese lazo de hermandad entre músicos. “Es tan buena la amistad y el amor por la música, que el talento brota solo. El disco Sesiones con Hamilton de Holanda lo grabamos en dos días. Nos entendemos tan bien que eso se ve, se oye y se siente”.

El repertorio de Encuentro Monumental cuenta con la interpretación de dos grandes obras: El Reto: La leyenda de Florentino y el Diablo del Maestro Paul Desenne, escrita especialmente por encargo de Ensamble Gurrufío y que fue muy bien recibida tanto por el público como por la crítica durante su estreno, pues se trata de una obra que realza desde una nueva óptica musical los versos que escribiera Alberto Arvelo Torrealba en su poema homónimo “Florentino el que cantó con El Diablo”, y Brasilia 50 Años Sinfonía Monumental –sinfonía concierto para quinteto y orquesta- compuesta por Hamilton de Holanda y Daniel Santiago, grandes músicos brasileños como homenaje a los cincuenta años de la ciudad de Brasilia, donde se exhibe todo el sabor y el sentir de la cultura de ese país.

Aparte, Ensamble Gurrufío tendrá una participación muy especial con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, bajo la batuta de Alfredo Rugeles y el público disfrutará de sus mejores temas en estilo sinfónico. Amén de que juntos también interpretarán Fuga con Pajarillo de Aldemaro Romero, y Hamilton de Holanda por su parte hará lo suyo junto a su Quinteto Brasilianos. Será una inolvidable mañana de domingo, bien monumental, que ni Venezuela Sinfónica se va a perder.

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