Conversaciones con Jesús Ignacio Pérez Perazzo II Parte

Por Gioconda Espina
ESPECIAL PARA @vzlasinfonica

Estudié primaria en el Colegio San Ignacio como todos mis hermanos, mis sobrinos y mis hijos; allí, en el año 1952, formé parte como Tiple del Coro que dirigía el hermano Lanz s.j.y al año siguiente con once años, ingresé al Seminario Interdiocesano de Caracas. Volví al Colegio San Ignacio para el curso 1958-59 y me gradué en 61.Luego estuve hasta el 64 en el Instituto de Estudios Políticos de la UCV y ahí termine el curso más que nada para cubrirme la espalda de mi familia que no quería que yo fuera músico, que era mi verdadera vocación.

¿Por qué Estudios Políticos y no Letras o Filosofía?

Yo venía de una familia de políticos. Y después de haber pasado por el Seminario sólo me quedaba una de dos opciones aceptables para mi familia: o político o cura.

Éramos 10 hermanos, en este orden: Pedro Manuel -el esposo de ErmilaPérez Perazzo y más conocido como PPP-, profesor del Colegio La Salle y de la Escuela de Educación de la UCV, quien estuvo involucrado en la “pacificación” del país y luego fue Secretario Privado de la Presidencia de Caldera 1, de hecho siempre fue hombre de confianza de Caldera para relacionarse con la UCV cuando había problemas. Lo seguía Mercedes, que fue Sub-secretaria del Frente Femenino Copeyano y Secretaria de Fabricio Ojeda y la Junta Patriótica y también, secretaria privada de Caldera; siguen Alberto, diplomático y gran amante de la música, autor de un trabajo sobre el ritmo afro-hispano antillano; Alcira, bohemia y también gran amante del bolero; Oswaldo, periodista e historiador del periodismo en San Felipe, era buen amigo de Héctor Mujica cuyo nieto David, es un gran amigo de mi hijo Juancho; Milagros, una hermana que murió de meses por mala praxis médica cuando mi papá era Gobernador (Jefe Civil) de Yaritagua…

Será Alcalde…

No había alcaldes. Lo llamaban Gobernador para distinguirlo de los denominados Presidentes del Estado Lara (Eustoquio Gómez) y del Estado Yaracuy (FélixGalavís). Mi papá se llamaba Pedro Manuel Pérez Giménez y como jefe civilque era, cuando pasó lo de mi hermana Milagros, llamó al médico y le dijo: “¡es mejor que se vaya del Estado!”…

¿Quién sigue?

Gabriel –a quien debo el haberme familiarizado con los discos y los conciertos, sobre todo por su afición a la música coral-, economista, docente universitario en la UCAB y autor de una historia de nuestra familia titulada Por los caminos del tiempo… Lamentablemente, falleció en 2017. Luego está mi hermana Leny, quien vive aún con alzheimer; el suscrito y Marisol, mi hermana menor, que sigue trabajando en una contratista petrolera. Somos los únicos hermanos vivos. Un día, después de un concierto en San Felipe, conocí a otra hermana, Eva Lila, concebida por mi papá antes de casarse con mamá, quien fue su madrina. Me abrazó y me dijo que ella no podía permitir que durmiera en un hotel y me llevó a su casa. La seguí viendo el resto de su vida y aún mantengo contacto con algunos de sus hijos y nietos.

¿Todos tus hermanos eran copeyanos?

¡Claro! Y algunos fueron fundadores de Copei. Mis padrinos de bautizo fueron Tomás Liscano y su esposa, los padres putativos de Rafael Caldera… (me enseña la tarjeta de bautizo para demostrármelo)

¿Con cuál de tus hermanos tuviste la relación más estrecha?

Pedro Manuel fue como mi papá, quien murió de 49 años cuando yo tenía 4 años y medio. Mi mamá, Ana María Perazzo de Pérez, tuvo que criarnos sola, puso a los mayores a trabajar sin que dejaran de estudiar. Vivíamos en una casita que compró mi papá en Los Caobos, la cual tuvo que hipotecarse por 30 mil bolívares para sufragar gastos, muchos, a pesar del apoyo de su familia, sobre todo del tío NicolásPerazzo.

Volvamos a la UCV ¿Cómo fue posible que a tus 22 años consiguieras publicar tres ediciones de tu tesis de grado en el Instituto de Estudios Políticos a comienzos de los años 60?

Yo era entonces de la Juventud Revolucionaria Copeyana, más exactamente, era miembro de la Directiva Juvenil de la Parroquia El Recreo (vivía con mi familia en Sabana Grande), por eso el original está dedicado a la JRC, no sé por qué sacaron esa dedicatoria después. El 63 hubo un congreso de la democracia cristiana en el Hotel Humboldt y ahí conocí a un montón de líderes importantes y me acerqué a ellos y les dije que estaba escribiendo este trabajito y les pedí que me lo revisaran; por otra parte, se lo dí a leer a mis profesores en la UCV Ramón Escobar Salom y posteriormente, en 1967 a mi jefe en la Corporacion Venezolana de Fomento, Julio Segundo Grooscors.

Que conste que se lo diste a leer a dos adecos siendo copeyano.

Más o menos eso mismo dice Groscors en el prólogo: que aún sin compartir mis puntos de vista creía importante discutirlos.

Es comprensible que te apoyaran porque entonces gobernaba la alianza llamada “guanábana”, AD y Copei, que enfrentaban la insurgencia armada en esos mismos años de tu paso por el Instituto en la UCV ¿Quién pagó esa edición?

Lo pagaron los adecos a través de las recomendaciones del Dr. Anibal Dao, que era Directivo de la CVF, Corporación Venezolana de Fomento y un familiar era Presidente del Banco Caribe. Fue editado en Tipografía Remar, que era una imprenta muy afecta a los adecos. Hay una cosa más que no te he dicho: cuando escribí la tesis me tomé la molestia –como siempre he hecho después (“él siempre se ha sabido mover”, me dirá después su amiga Maricruz Benítez, lo cual verificaré en su historia desde el Colegio San Ignacio)– de enviarle el ensayo a varios personajes nacionales e internacionales, entre ellos el Dr. Giorgio Del Vecchio, uno de los más grandes filósofos del derecho; al Presidente de la Junta de Gobierno de 1958, Wolfgang Larrazábal Ugueto; al Dr. Oscar García Velutini (padre del actual Presidente del Banco Venezolano de Crédito), entonces miembro de la Academia de Estudios Políticos y Jurídicos y a otros más. Estos tres me escribieron sus comentarios elogiosos por carta y la Tipografía Remar puso un extracto de ellos en la solapa del libro (me enseña las cartas y las solapas del libro).

¿Y hasta cuándo fuiste de la JRC?

Hasta que Caldera ganó la primera vez las elecciones presidenciales el 68. El triunfo de Caldera fue el mayor problema de Copei, porque todos los grandes democratacristianos no concebían al partido con el único objetivo de lograr el poder sino lograr la conciliación entre todos los actores politicos…

No sé, ahí están Frei en Chile y Merkel en Alemania, más vocación de poder no es posible… ¿Cómo te definirías actualmente tú?

Yo he sido, soy y seguiré siendo demócratacristiano y mi norte es el Evangelio y su aplicación práctica tal como lo plantean las encíclicas papales de León XIII, Pío XI, Pío XII, Paulo VI y los sucesores que han enfrentado el tema de buscar una sociedad mejor.

¿Y por qué con papas tan carismáticos como Juan XXIII o Juan Pablo II o Francisco (una especie de rock star) tienes en tu estudio un retrato de Pío XII? Hubiera apostado que eras más cercano a Juan XXIII y a Francisco.

Pío XII ha sido muy injustamente calificado. Le tocó defender al cristianismo frente a un aparente cristianismo hitleriano y mussoliniano y tomar posición ante la persecución de los judíos, por los nazis en Europa y también por muchos cristianos que tenían de ellos una visión discriminatoria, que insistía en que los judíos habían matado a Cristo. Pío XII tenía que actuar sin ofender a los católicos alemanes e italianos. Dio refugio en el propio Castelgandolfo a perseguidos judíos y no judíos: “La paz es resultado de la justicia” era su lema, que después retomó Teresa de Calcuta.

¿Y ese retrato de Pío XII de tu estudio desde cuando lo tienes?

Desde chiquitico. Mamá fue a Roma en 1950, cuando mi tío Nicolás Perazzo era encargado de negocios en Italia, porque D. Enrique Gil Fortoul estaba enfermo. Él invitó a su hermana –mi mamá-, a una audiencia privada con Pío XII y ella le entregó una pequeña carta mía en la que le decía (yo tenía 8 años) que yo quería ser sacerdote. Él la leyó y me mandó de regalo esta medallita y el solideo que tenía puesto, que le dio a ella a cambio del que ella le llevó de regalo; desde ese momento Pío XII es mi protector particular. El otro protector está aquí siempre en este apartamento de Catia La Mar: Juan XXIII, el Papa bueno, lo puedes ver a la entrada.

Así que quisiste ser cura…

Claro, con esa intención ingresé al Seminario a los 11 años. Para graduarme de bachiller tuve después que volver al Colegio San Ignacio para terminar bachillerato, porque no todas las asignaturas se daban en el Seminario. Fue maravilloso mi paso por el Seminario, particularmente por mis estudios de música: canto gregoriano, violín… Yo creo que mi vida es correcta gracias al Seminario y la base de mis conocimientos musicales la debo al Seminario.

¿Estudiaste música en el Seminario Interdiocesano de Caracas junto a todas las demás asignaturas?

Todos los días los seminaristas y en especial los que integrábamos la Schola Cantorum del Seminario, leíamos y cantábamos en latín esta música que te voy a enseñar (saca un grueso volumen negro con lomo rojo con puras partituras. Leo: Misae et oficii /Misas y oficios), además de mucha polifonía de todos los tiempos.

¿Y por qué no seguiste el camino del sacerdocio?

Porque me di cuenta de que mi mayor afinidad en el Seminario era con la música, mi verdadera vocación. Lo decidí meditando, que es lo primero que te enseñan ahí. Ahí también me enseñaron a organizarme (desde las 5 am hasta las 9 pm). Yo estaba interno, cada quince días me visitaba la familia y cuando yo salía en vacaciones a mi casa (en la calle Mirador de La Campiña, quinta número 7, frente a la Capilla El Carmen) lo primero que hacía era reportarme a la parroquia El Recreo, que me quedaba a cuatro cuadras, a ponerme a la orden del párroco –en ese entonces, Monseñor Ferreira- del que era una especie auxiliar esos días.

¿Frecuentas a algunos de tus compañeros del Seminario?

No nos frecuentamos mucho pero nos manifestamos nuestro enorme aprecio cuando nos vemos: Jorge Urosa, Baltazar Porras, Antonio Rojas Mata (los dos últimos violinistas de mi primera orquesta que organicé a los 13 años en el Seminario). Baltazar y Jorge creo que han ido una o dos veces a conciertos míos.

¿Ese seminario era jesuita como el San Ignacio?

Cuando yo entré sí era jesuita, pero después del 53 la Compañía de Jesús decidió incorporarse al campo social, dejaron los seminarios y se concentraron en los colegios, institutos como el “Jesús Obrero” y las universidades. La congregación eudista, franco canadiense, tomó el relevo de los jesuitas en la conducción del Seminario.

Así que cuando tú creas la Orquesta pop y haces las experiencias psicotomiméticas aún eras de la JRC ¿y cómo reaccionaron los copeyanos a eso?

No me pararon, pendientes como estaban de la política y nada más. Lo que me hizo abandonar la JRC fue un conflicto por la candidatura a la Secretaría Juvenil del Recreo, donde yo era el candidato natural. La parroquia El Recreo para los copeyanos era como Chacao hoy para la oposición. Pero igual colaboré musicalmente en la campaña de Caldera 1.

¿Y tu familia cómo reaccionó? Debe haber sido horrible para ellos saber que tú andabas en cosas como el pop o lo psicotomimético.

Mi mamá y una tía –Isabel- estaban en su palco en el viejo Teatro Caracas invitadas por mí y los muchachos gritaban “¡Vieja cuatricententaria!”… entonces salí del camerino y pedí un aplauso para la “vieja cuatricentenariaque es mi mamá”. Ella se divirtió con el espectáculo y tú sabes que a las madres les gusta que los hijos triunfen, ahí se les olvida todo lo que pudieron pensar antes, de esa cabuya tengo yo un rollo muy grande.

Leí en Internet que antes del 67 siendo caraqueño dirigiste una orquesta en Yaracuy ¿cómo fue eso?

Es que toda mi familia, paterna y materna, es de Yaracuy. La familia ha producido tres gobernadores de Yaracuy, uno por el lado de los Pérez y dos por el de los Giménez de la línea paterna.

Así que era casi lógico que dirigieras tu primera orquesta en Yaracuy, a donde regresarías a vivir el año 76.

La historia del concierto del 67 fue así: siendo gobernador de Yaracuy Bartolomé Romero Agüero, de URD creo, Yaracuy recibiría a quien sería su primer obispo, Monseñor Tomás Enrique Márquez, y se resolvió organizar un concierto ese día para darle la bienvendida. Entonces mi tío Nicolás Perazzo propuso que dirigiera yo la orquesta que resultó que ser una banda de retreta, uniformada militarmente. En 15 días cambié todo y el 25 de febrero de 1967 fue el concierto. Asistieron todos los yaracuyanos notables, comenzando por Rafael Caldera y Manuel Rodríguez Cárdenas. El uniforme militar se los cambié por unos fluxes que se encargaron a una fábrica. Por primera vez en su vida esos músicos tocaron sentados, también les hice buscar nuevos instrumentos. En 1989 escribí sobre este episodio en El maravilloso mundo de la banda que editó la empresa Lagoven en su colección de Cuadernos. Después de conocerlos y ensayar con ellos por tres horas con unos instrumentos dañados y en una casa destartalada, el gobernador me preguntó que a cuál orquesta íbamos a traer para el evento del Obispo y yo le dije: “Gobernador, la orquesta ya está aquí, si me da quince días se va a sorprender de estos músicos de la Banda que usted cree que son muy malos”. En la preparación de ese concierto fue cuando conocí a mi hermana Eva Lila.

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